Estaba meditando a la sombra, tan relajado que me quedé dormido, cuando un violento ruido
algo así como un gran estallido, me despertó.
Subí a mi oteadero para desde allí ver el prado de al lado, porque de ese sitio era de donde provenía el estrépito; más que estrépito casi diría
¡El bombazo!
Que al verme con cara de susto y de (por cierto) recién despertado, me dijo:
"Oh Carlitos, no era mi intención interrumpir tu siesta, lo siento de veras. Anda, ven con nosotras que te invitamos a merendar."
Ante semejante propuesta, se me olvidó el susto, el sueño, y bajé con la rapidez de un rayo al prado.
Y allí estaba también Ruta, que me dijo:
"Verás Carlitos, nosotras somos vegetarianas y nos alimentamos con esta riquísima hierba
¡Prueba prueba, verás que tierna y jugosa está!"
Me decepcioné bastante al enterarme en qué consistía la merienda.
Yo estaba algo reticente a comer, pero viendo que ellas no dejaban de relamerse y viendo lo rollizas que estaban, (pues era llamativo que mis vecinas tuvieran unas barrigas tan gordas), pensé que la hierba debía de ser muy nutritiva y me animé a probar.
Y no me disgustó, algunas flores tenían un sabor muy rico.
Ya empezaba a diferenciar (y a apreciar) el sabor de las margaritas, del de los diente de león, cuando noté que mi vientre comenzaba a hincharse, al mismo tiempo que sentí un fuerte dolor en él y un pinchazo que me hizo decir: ¡Uyyyyy!
Se miraron con complicidad la una a la otra, y guiñándome un ojo, Ruta me dijo:"Ah, se nos había olvidado hablarte de "ese pequeño problemilla", pero ¿A que es deliciosa?
Está tan buena que nosotras nos pasamos el día y la noche comiendo,
Es que amigo, este tipo de comida, con tanta celulosa, nos genera mucha flatulencia, y ese fue "el pequeño problemilla", que te despertó, querido Carlitos, un problemilla bien ruidoso, por cierto."
Y las dos empezaron a reírse a carcajadas.
Y Ruta seguía explicándome cosas de la digestión, las bacterias y la fermentación, los gases ...
Pero yo ya no le prestaba atención porque estaba demasiado preocupado, pues sentía que mi tripita se inflaba e inflaba, al mismo tiempo que experimentaba una sensación muy extraña.
Y empecé a oír las voces de mis vecinas cada vez más y más lejos, y las veía, más y más pequeñas.
Y empecé a oír las voces de mis vecinas cada vez más y más lejos, y las veía, más y más pequeñas.
Y es que de tanto comer hierba,
me había hinchado y estaba volando como un gran globo de gas por el cielo, entre las nubes, y...
En ese preciso momento, oí la dulce voz de mi madre que decía "Carlitooos, hora de comeeer"
Y solo fui capaz de decir una cosa:
En ese preciso momento, oí la dulce voz de mi madre que decía "Carlitooos, hora de comeeer"
Y solo fui capaz de decir una cosa:
¡¡Y que nadie me hable de lo "ligeras" que son las verduras!!